La cocaína es un estimulante extremadamente adictivo que afecta directamente al cerebro. La cocaína ha sido llamada la droga de los años ochenta y noventa por su gran popularidad y uso extendido en esas décadas. Sin embargo, no es una droga nueva. En realidad, la cocaína es una de las drogas que se conoce desde hace más tiempo.
Las hojas de la coca, de donde se obtiene la cocaína, se han ingerido por miles de años, mientras que la sustancia química pura, el clorhidrato de cocaína, se ha consumido por más de 100 años.
A principios del siglo XX, la cocaína purificada se convirtió en el principio activo básico que se empleaba en la mayoría de los tónicos y elíxires creados para tratar una gran variedad de enfermedades.
La cocaína pura era extraída originalmente de la hoja del arbusto de la coca del género Erythroxylum, que crecía principalmente en Perú y Bolivia. En la década de los noventa, y después de varios esfuerzos para reducir el cultivo en esos países, Colombia se convirtió en el país con mayor cultivo de coca.
Hoy en día, la cocaína es una droga clasificada bajo la Lista II (“Schedule II”) de la Ley sobre Sustancias Controladas, lo que significa que se considera que tiene un gran potencial para ser abusada.
En la calle, la sustancia es conocida bajo, perica, nieva, dama blanca, talco o coca.
Clorhidrato de Cocaína
La forma química pura es el clorhidrato de cocaína. Aunque los niveles de pureza de esta varían dependiendo de la manipulación que se haga de ella. La cocaína de mayor calidad alcanza hasta un 98% de pureza y es conocida con el nombre de “Yen” en el mercado negro. Es la más costosa y tiene una apariencia más blanca y brillante que las demás
El clorhidrato viene en forma de polvo. Se estima que la cocaína en polvo que se expende en las calles normalmente tiene entre un 5% y un 40% de pureza. A veces se le mezcla con sustancias muy peligrosas como anfetaminas o ciertos anestésicos.
Hay diferentes variedades de “cocaínas blancas” de mediana o baja pureza. La más popular es una conocida como “tiza”. Se le llama así porque tiene un color blanco grisáceo y poco brillo. Esta variedad es altamente euforizante. También hay otra categoría a la que se le da el nombre de “cocaínas amarillentas”. Lo más característico de estas es su fuerte olor a gasolina o queroseno. Son las más potentes de todas.
Otros tipos de cocaína
La cocaína también se encuentra en forma de “base”. Es la que se conoce popularmente como “crack”. Su consumo comenzó a extenderse cuando las autoridades activaron fuertes restricciones a los químicos necesarios para obtener clorhidrato de cocaína. Esto hizo que el precio del mismo subiera a niveles inalcanzables para muchos consumidores. Situación que provocó la comercialización de la base, que es hasta 15 veces más barata.
El crack es una mezcla de clorhidrato de cocaína y otros químicos como amoniaco, éter y bicarbonato de sodio. Normalmente se fuma en pipa y sus efectos son mucho más severos que los del clorhidrato de cocaína. También es potencialmente más adictivo e incrementa el riesgo de muerte. Le llaman “crack” por el sonido que hace al triturarse.
Otra modalidad de esta droga es el llamado “basuco” o pasta de coca, al que también se le llama “sulfato de cocaína”. Esto se debe a que hasta el 50% de esta sustancia es un sulfato. Durante su elaboración se emplean componentes sumamente tóxicos, como el metanol o el ácido sulfúrico. Usualmente se combina con marihuana o tabaco y se fuma.
Tanto el crack como el basuco producen un efecto tipo “flash”. Esto quiere decir que es rápido y muy potente. Por esta razón, los adictos se ven en la necesidad de consumir varias dosis sucesivas, para prolongar el efecto. Ambas poseen un alto riesgo de producir sobredosis.
Efectos a corto plazo
Los efectos de la cocaína aparecen casi inmediatamente después de consumirla. A veces duran unos minutos y otras alcanzan una hora. La sustancia provoca sensaciones de euforia y gran vitalidad. El consumidor se siente mentalmente alerta y agudiza sus percepciones sensoriales, especialmente en la vista, el oído y el tacto.
Es habitual que la cocaína disminuya la necesidad de comer y dormir. Algunos consumidores señalan que la droga les ayuda a realizar sus tareas a una velocidad mucho mayor. Otros, en cambio, perciben que los ralentiza.
La duración y la intensidad del efecto dependen del tipo de cocaína que se consuma y del método que se emplee para ingerirla. Cuanto más rápida sea la absorción, más elevada será la intensidad del efecto, pero también más corta. A veces aparecen sensaciones de desasosiego, angustia e irritabilidad. También son frecuentes los espasmos, la paranoia y los vértigos.
Desde el punto de vista orgánico, la cocaína altera el ritmo cardiaco y puede provocar dolor de cabeza, dolor abdominal y vómitos. Si hay sobredosis, el consumidor puede tener convulsiones, accidentes cerebrovasculares o caer en estado de coma. No es común que se presente muerte súbita, pero sí que se produzcan paros cardiacos que conduzcan a la muerte.
Efectos a largo plazo
El principal efecto de la cocaína a largo plazo es una severa adicción. Como el potencial adictivo es sumamente alto, no es posible que una persona pueda predecir hasta qué punto llegará a necesitar la droga después de la primera vez que la consume. Hay también un alto riesgo de recaída cuando se deja de ingerirla. Esto sucede incluso varios años después de abandonar la droga.
El cerebro se adapta al consumo de cocaína. Esto significa que la sensación de gratificación es cada vez menor. Por eso, el adicto debe tomar dosis más altas o más frecuentemente para obtener la misma sensación placentera de las primeras veces. Con el tiempo, comienzan a incrementarse los efectos molestos de la droga como la sensación de angustia, la paranoia o las explosiones de ira.
En los casos más graves se pierde el sentido de la realidad por largos lapsos. Aparecen alucinaciones, principalmente auditivas, y se puede caer en un estado de psicosis paranoica.
La cocaína fractura y destruye la personalidad y provoca que la vida del consumidor gire entorno a ella.
Salir de la adicción a la cocaína no es nada fácil. Por lo tanto, lo mejor siempre es prevenir. La cocaína no es una droga para probar por curiosidad o por vivir una nueva experiencia. Un solo consumo tiene el potencial de desencadenar una serie de situaciones que, a la larga, podrían terminar convirtiéndose en una tragedia.